SOY REVOLUCIONARIA.
Cierto día me preguntaba un amigo: "usted, Polixene, será revolucionaria, de esas que con la pistola o el rifle en mano están dispuestas a salir al monte en defensa de Euzkadi, ¿no?". Revolucionaria... ¡qué entiendo yo de revolución!. Si por revolución se entiende una guerra sangrienta en la que inocentes y culpados han de sufrir igualmente; si por revolución se entiende la destrucción, la muerte, la miseria, para no avanzar nada, no soy revolucionaria.
Pero hay otra revolución, no de armas, sino más terrible: la revolución pasiva, la declarada por Gandhi en la India, y que la poderosa Inglaterra no podrá sofocar jamás con bombas y cañones. La India tiene un apóstol, un mártir que, con su ejemplo, con su conducta santa, arrastra al pueblo hacia rumbos maravillosos, ¿Gandhi es revolucionario? Jamás el pueblo indio ha atacado a Inglaterra; pero siempre se ha defendido. He aquí la clave: No avanzar, pero jamás retroceder. Nosotros, miembros de una familia, de una nación esclava, debemos recordar siempre nuestra miserable condición. Somos siervos, pero seamos dignos. Que no tengamos que sonrojarnos de ser como unos miserables perros que, tras de darles un puntapié, lamen la planta del amo para recibir un mendrugo de pan.
No somos españoles. ¿Por qué cuando la justicia españoles nos llama en nombre de España nos damos por entendidos y acudimos a los Tribunales, en vez de esperar en casa a que una pareja de la Guardia Civil nos conduzca a la fuerza? No somos españoles. ¿Por qué solicitamos puestos y empleos del Estado tirano, cooperando así a la ruina de nuestra patria? No somos españoles. ¿Por qué elegimos diputados que el Congreso español defenderán leyes españolas? No somos españoles. ¿Por qué cuando nos muestran esos papelotes que llaman contribución, cédula, etc., las pagamos con la cabeza agachada como si fuésemos unomás? Si eso es revolución, ¡bendita sea!.
"¡Tonterias! Dirán los cobardes - ¿Qué adelantaremos con eso sino líos y calamidades?" M. De la Sota decía admirablemente en su anterior artículo: "Hay dos clases de libertades: la que cuesta unos pocos votos y la que cuesta sangre".
Los comodones, los que no quieran sufri, que regateen la primera; nosotros seamos revolucionarios como Gandhi. Compremos nuestra libertad sin regateos, dando por ella lo que nos pidan: bienestar, paz, vida, todo.
¿Está conforme con mi respuesta el curioso amigo que cierto día me pregunto si era revolucionaria? Revolucionaria... ¡que feo suena en boca de una mujer! ¿no? ¡Qué importa! Todos los sacrificios son pocos mientras la Patria sufra; incluso si llega el caso, perderemos lo que más embellece a la mujer: nuestra feminidad para empuñar el hacha o coger el fusil.
Polixene Trabudua.
Testimonio adaptado: "Jagi Jagi", 13-1-1934